martes, 28 de junio de 2016

El mar siempre supo guardarme el secreto.

Y siendo aquella una de las tardes más especiales de mi vida, comenzó a irse el sol. Sentí la necesidad de ver al astro esconderse en el mar. Hundirse en él hasta que no quedara ni un rayo en el planeta. Ver como oscurecía el cielo, dejándome contemplar las estrellas. Salí al patio. El mirador se encontraba bastante alto, desde el cual divisaba perfectamente la costa. Desde allí vería el fenómeno. Deseé tener un poco de soledad. Un respiro. Pero parecía que no era la única que quería presenciar el final del día. Su cabello era inconfundible. Me acerqué al muro y me senté a su lado. Sonrió timidamente mirando al abismo que había delante de nuestros cuerpos.
-¿No tenías vértigo?- pregunté.

-Lo he ido perdiendo- contestó. Asentí con la cabeza.- Como a ti- se me formó un nudo incómodo en la garganta.- Lo siento, perdona. No era mi intención- se disculpó.- Joder, soy idiota.

-Ey, tranqui.- le pedí.- todo bien.- Y nos quedamos observando como el sol se posaba sobre el mar, y esos últimos rayos de luz nos acariciaban la cara.


2 comentarios:

  1. Ese día casi me mato, pero me adelanté y te maté yo antes jajajajajaja♥♥

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